Empiezo este post como lo termino: Todos somos víctimas de la cultura y nos comportamos como nos han dicho que nos comportemos, actuamos como nos han enseñado que tenemos que actuar y somos… como hemos visto que tenemos que ser.
Creemos que hay personas que son más buenas que otras, más creativas o más imaginativas. Gente más o menos honrada. Todo es un engaño. Todo es mentira. Hoy en día no existe absolutamente nada que no esté influido por las fuerzas residentes del lugar que nos ha visto nacer y, sobre todo, del lugar que nos ve crecer.
Todos conocemos las barbaridades que hacían con los cristianos en el Imperio Romano. La familia unida iba los sábados y domingos ver cómo arrojaban a otros seres humanos a los leones. Una vez terminado el “espectáculo” los niños insistían a sus padres que querían volver la semana siguiente para ver arrojar de nuevo a los cristianos a las bestias. Por supuesto, el padre le respondía que si se portaba bien durante la semana, le traería de nuevo. ¿Acaso estos niños están enfermos? Rotundamente no. Simplemente son víctimas de la cultura en la que vivían.
Según la sociedad en la que somos criados tendremos una conducta humana u otra. Lo que ocurre es que, desgraciadamente, la sociedad en la que vivimos está completamente corrupta. Nos manejan y hacen que sigamos unas pautas de un sistema “establecido”. Un sistema que sirve a los intereses de unos pocos grupos de control que manejan nuestro porvenir. De ahí que nos vendan que debemos ser leales a nuestras naciones y gobiernos y seguir los parámetros establecidos. De nuevo una gran mentira. Una estupidez absoluta.
Lo que realmente necesita la gente es aire limpio, agua limpia, tierra cultivable y una educación relevante. Lo demás es mentira.
¿Qué ocurre? Que no podemos ir “contracorriente”. Debemos formar parte de lo establecido, porque de lo contrario nos sentimos y nos hacen sentir excluidos.
Mi hija, de 5 años, está en un colegio que, os aseguro, le enseñan demasiado. De segundo idioma tiene el inglés y este año han introducido el francés y el alemán. Mucha teoría pero, seguro que no me equivoco al deciros, que no le estarán enseñando cómo vivir y cómo encontrar el sentido de su propia vida. Sobre todo, no le enseñarán cómo disentir sin enojarse.
Se nos está olvidando el verdadero sentido de la vida y nos estamos convirtiendo en prostitutas de este sistema. Todo lo que hacemos en nuestro día a día contribuye a una prostitución individual ante lo establecido. De ahí que somos reflejos perfectos de la cultura en la que vivimos.
Cuando tenía 24 años estuve en Isla de Pascua, la isla más remota del mundo, el ombligo del mundo. Una isla en la que la tierra más cercana está a 6 horas de avión. La gran mayoría de la población de Pascua va semidesnuda, y esto me llamó mucho la atención. No por el hecho de estar desnudos, sino por que no vi a ningún nativo mirar el cuerpo de una mujer. Las miraban sólo a sus ojos cuando hablaban con ellas. ¿qué creéis que pasaría en nuestra España querida?… Que cada uno saque sus propias conclusiones.
Todo es generado por la cultura en la que vivimos. Todos somos víctimas de la cultura y nos comportamos como nos han dicho que nos comportemos, actuamos como nos han enseñado que tenemos que actuar y somos… como hemos visto que tenemos que ser.
Como en el Marketing, nuestra vida debemos vivirla de manera diferente y ser más creativos para ser diferentes. No dejarnos influenciar tanto por lo establecido y tener criterio propio. En definitiva, lo que necesitamos es una sociedad emergente que no se “aborrique” con el sistema. Es la única manera de poder sanear esta sociedad «enferma» en la que vivimos y dejar de alimentar con nuestro comportamiento a esa «gran bestia» que algún día nos hará desaparecer.
Fuente: Jacque Fresco.